Miguel Durán Jr, el artista que deja un gran legado para el folclor colombiano

Miguel Antonio Durán Benítez, el mayor de los hijos del “Pollo caucano” Miguel Durán (padre) nació el 30 de marzo de 1971 en Caucasia – Antioquia, exactamente en Río Viejo, un pueblito que se ‘llevó’ el Río Cauca. Los Durán salieron de aquel lugar para radicarse en Sincelejo, en los años 70.

Miguel Duran Jr, recogió la esencia del juglar de antes, componía, tocaba y cantaba, siempre con un estilo único, siempre tenía un éxito de un hecho relacionado con el diario vivir, tanto que su última canción en video se titulaba “La Pandemia”.

Y es que los Durán han logrado crear un estilo muy particular, entre el paseo sabanero y el chandé, hasta darle vida una fusión entre el fandango y el merengue, que ellos mismo bautizaron como el ritmo “Chiquilero” creando así una fanaticada en terrenos impenetrables.

Cuentan los expertos en música sabanera que hubo partes en las zonas rurales más que todo las de origen indígena, donde la música de Miguel Durán Jr. la bailan, la cantan y la escuchan como si fuera un himno, que ni siquiera el gran Diomedes Díaz un icono de la música vallenata le podía ganar en aquellos lugares.

Las cantinas y las corralejas estaban llenas de esta música sabanera y es que Durán no tenía que pagar en la radio para pegar sus canciones, las casetas y las fiestas de pueblo eran su promoción, al tanto que las emisoras de FM veían la necesidad de programar sus éxitos.

El músico fue el protagonista de “La camisa rayá” canción que le dio el gran salto a su popularidad, también fue autor de los temas ‘El bolsillo pelao’, ‘El pobre Miguel’, ‘El parrandero organizado’, ‘La llevo tatuada’, ‘Mi acetaminofén’, “Murió mi esperanza” entre otros. Hace algunos meses había estrenado un nuevo sencillo que versaba, irónicamente, sobre la situación del coronavirus, con el nombre de ‘La pandemia’, una de cuyas estrofas dice: “En cuarentena me quedo aquí en la casa, / hay que cuidarnos, le digo a mis amigos, / y Dios bendito, yo tengo la esperanza / que pronto mande la cura pa’ este virus”.

Pero el hombre de la camisa rayá, el parrandero organizado, el que siempre llevaba tatuada la alegría, desafortunadamente apagó su voz el pasado jueves 3 de septiembre en horas de la madrugada cuando falleció en la clínica Salud Social de Sincelejo. Según los reportes, el músico de 49 años llevaba poco más de dos meses luchando contra el coronavirus, y a pesar de haberlo superado, una bacteria contraída durante la hospitalización en otro centro de salud complicó su situación provocando su deceso.

A pesar de su muerte sabemos que su música y su legado seguirán intactos entre sus seguidores que hoy lamentan esta gran pérdida para el folklor.