Por: Jairo Torres Oviedo, licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba, abogado de la Universidad del Sinú, especialista en Filosofía Política de la Universidad de Cartagena, especialista en Gerencia Pública de la Universidad Pontificia Bolivariana, especialista en Justicia Constitucional y Tutela Jurisdiccional de los Derechos de la Universidad de Pisa en Italia, es Magister y Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Rector de la Universidad de Córdoba.
En el inicio del año nuevo, caracterizado por la celebración de fiestas patronales en municipios del Caribe y Córdoba; es necesario hacer una reflexión sobre estas tradiciones que representan las manifestaciones culturales; en particular, las fiestas de corraleja. Los municipios de Córdoba realizan estas fiestas.
Dicho festejo se centra en soltar al ruedo, toros a la plaza para que estos persigan a quienes los enfrentan. Es un escenario acompañado de bandas folclóricas que entonan la popular música de porro y miles de personas abarrotadas en las improvisadas y frágiles graderías de madera.
En esto consiste el festejo, suceso que representa el enfrentamiento humano-animal; donde ambos se vulneran a través del dolor y muerte. Estas fiestas de corralejas representan la cultura del consumismo, que no genera conciencia social, como ejercicio racional.
Asistir a un espectáculo donde se transgreden los derechos de los animales, expone la vida humana en presencia de un tumulto de personas que con furor celebran este acontecimiento.
Esta acción brutal e inhumana es un claro ejemplo de un culto que hace apología a la barbarie; legitimado en nombre de la cultura. El contexto social donde se ha sostenido esta tradición cultural es comparable en gran medida, con el Circo romano; recordemos que, este era uno de los espacios recreativos que brindaban para el entretenimiento del pueblo; no como un lujo, sino como un derecho de los ciudadanos de Roma; pero a la vez, era la forma como los mantenían distraídos y al margen de los asuntos esenciales del Estado; escenario, donde los políticos poderosos competían para evidenciar poder a través de todo tipo de excesos y extravagancias.
Aunque, en las corralejas compiten las ganaderías para ver quién tiene los toros más bravos; lo que se mide con el número de muertes que deja la fiesta. En este orden, para los mandatarios romanos, esta era una buena estrategia con el fin de mantener a la población conforme, domesticada e irreflexiva; como bien lo expresó el poeta satírico, Juvenal “Pan y circo”; que nos indica, que gran parte de la población solo necesita cubrir sus necesidades primarias y divertirse. Las fiestas de corraleja no pueden seguir repitiendo, la lógica del Circo romano; utilizada para control y adormecimiento social.
Necesitamos la cultura como cultivo de pensamiento, progreso, desarrollo y bienestar social.
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